APRENDE A NOMBRAR LO QUE SIENTES
¿Alguna vez has tenido un nudo en el estómago sin razón aparente? ¿Alguna vez has gritado o llorado y luego te has preguntado por qué reaccioné de esa manera? La mayoría de nosotros flotamos en un océano de emociones sin mapa, solo reaccionando. Pero hay una gran diferencia entre dejarse llevar por la corriente y navegar.
El problema es que desde pequeños se nos enseña a hacer caso omiso de las emociones. «No llores», «no te enojes», «tienes que ser fuerte». El resultado: de adultos no sabemos ponerle palabras a lo que sentimos. Pero «triste» no es lo mismo que «melancólico» o «decepcionado». Cada palabra es una herramienta de control.
Los 5 pilares para desarrollar tu vocabulario emocional
Aquí es donde entra en juego el coaching emocional. Aprender a ponerle nombre a lo que sientes es el primer paso para manejar tus emociones.
Paso 1: Detente y siente. La próxima vez que te sientas abrumado por una emoción, antes de reaccionar, detente. Cierra los ojos y pregúntate: «¿Qué estoy sintiendo?». No lo juzgues, solo míralo.
Paso 2: Usa un Termómetro Emocional. Si no conoces la palabra, usa «alto, medio, bajo» para describir la intensidad. Luego, mira qué hay detrás. ¿Es una emoción positiva o negativa?
Paso 3: Encuentra la palabra adecuada. Busca sinónimos. ¿»Enojo» o «frustración»? ¿»Miedo» o «ansiedad»? Utilizar una lista de emociones puede ser de utilidad. ¡Te sorprenderá cuántos hay!
Paso 4: Reconoce el desencadenante. Una vez que has nombrado la emoción, pregúntate: «¿Qué la mató?». La causa casi nunca es la situación, sino la manera en que la interpretamos.
Paso 5: La emoción es el mensaje. Todas las emociones tienen una función. La ira es una señal de que se violaron tus límites. El miedo, una señal de peligro. Cuando lo comprendes, puedes reaccionar de manera constructiva en vez de destructiva.
En la Psicología Humanista, la Dra. Myriam Muñoz Polit creó una excelente herramienta para el manejo de emociones, la cual lleva por sus siglas: MATEA. Esta sigla nos brinda una manera sencilla y consciente de comprender lo que sentimos en lugar de reprimirlo o reaccionar ante ello. Recuerda, el control emocional se abre con una palabra. Ponerle nombre a lo que sientes te permite comprenderte, dejar de ser un espectador y tomar las riendas de tu vida.